martes, 13 de julio de 2010

EJEMPLO DE TRADUCCIÓN DE ALGUNAS IDEAS OBSESIVAS. EL HOMBRE DE LAS RATAS, CASO DE SIGMUND FREUD


Empezaré con un ejemplo especialmente transparente del impulso al suicidio, frecuentísimo en nuestro sujeto, impulso cuya sola exposición equivale casi a su análisis: Nuestro sujeto perdió unas cuantas semanas de estudio por causa de la ausencia de la señora de sus pensamientos, que había salido de viaje para cuidar a su abuela enferma. Hallándose celosamente consagrado al estudio se le ocurrió de pronto: «No es difícil cumplir el mandato de presentarse bien preparado a los próximos exámenes. Pero ¿qué sucedería si se te impusiera la decisión de cortarte el cuello con la navaja de afeitar?» En el acto advirtió que aquella decisión se le acababa de imponer efectivamente; fue a su armario para coger la navaja, pero entonces pensó: «No, no es tan sencillo.

Tienes que asesinar primero a la vieja esa que te ha separado de tu amada.» Aterrado ante tan criminales estímulos, le flaquearon las piernas y cayó redondo al suelo. La relación de esta idea obsesiva con la vida del paciente se encuentra ya contenida en la iniciación de su relato. Su amor estaba ausente mientras él se consagraba con toda aplicación al estudio, para presentarse a examen cuanto antes y hacer posible su boda con ella. Durante el estudio le invadió la nostalgia de la ausente y pensó en la causa de su ausencia, surgiendo entonces en él algo que en un hombre normal se habría limitado a un impulso ligeramente hostil contra la anciana enferma: «¡También es un fastidio que esa vieja se haya puesto enferma precisamente en el momento en que tanto deseo ver a mi amada.» Algo análogo, pero mucho más intenso, fue lo que apareció en nuestro paciente: un acceso inconsciente de cólera, que, junto con la nostalgia de la mujer amada, halló su expresión en la exclamación siguiente: «¡Quisiera ir allí y asesinar a esa vieja, que me priva de la vista de la mujer a quien quiero!» Inmediatamente sigue el mandato punitivo: «Mátate tú para castigarte de tales impulsos coléricos y asesinos»; y todo el proceso penetra entonces con violentísimo afecto y en sucesión inversa -primero el mandamiento punitivo y al final la mención de los impulsos punibles- en la conciencia del enfermo.

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