martes, 22 de junio de 2010

ALGUNOS RITUALES OBSESIVOS EN LA LITERATURA: LADY MACBETH


Hay muchos personajes de la literatura que muestran, o bien rasgos obsesivos, o bien una neurosis obsesiva manifiesta. El personaje de Lady Macbeth, en el Macbeth de Shakespeare, es un claro ejemplo de ello.
En la escena del banquete sólo ella conserva la serenidad, encubre los desvaríos de su esposo y halla un pretexto para despedir a los invitados. Luego desaparece de nuestra vista, hasta la escena primera del acto quinto, en la que volvemos a hallarla, sonámbula y fijada a las impresiones de aquella noche criminal. Pero, como antes, trata aún de infundir valor a su marido: «¡Cómo, monseñor! ¿Vos, un soldado, tener miedo? ¿Qué nos importa que lo sepan cuando nadie pueda pedirnos cuentas, cuando seamos poderosos?» Oye llamar a la puerta, como antes su esposo, con terror al acabar de cometer su crimen. Pero se esfuerza aún en «deshacer lo hecho». Lava sus manos, manchadas de sangre, y se da cuenta de la inutilidad de sus esfuerzos. El remordimiento parece haberla aniquilado, cuando tan incapaz de remordimiento la creíamos.

El ritual de lavarse las manos en los pacientes obsesivos, tiene que ver con un sentimiento de culpa inconsciente, es como si quisieran sustituir la pureza moral (que sienten que les falta, ya que en la fantasía han cometido un terrible delito) por la pureza física.

domingo, 20 de junio de 2010

LAS IDEAS OBSESIVAS.


Cuadro: Remedios Varo.

Para Freud la neurosis obsesiva es un dialecto de la histeria pero también es un caso más ejemplar de neurosis que la histeria, en tanto el soma no queda afectado, no hay extensión de lo psíquico a lo somático, característico de la histeria, sino que nos describe a los enfermos de neurosis obsesiva como sujetos que experimentan impulsos extraños a su personalidad, sujetos que se ven obligados a realizar actos cuya ejecución no les proporciona placer ninguno pero a los cuales no pueden sustraerse y su pensamiento se encuentra invariablemente fijo a ideas ajenas a su interés normal. Ideas que Freud denomina representaciones obsesivas o compulsivas y que pueden carecer de sentido o bien ser indiferentes para ellos, pero que lo más frecuente es que sean totalmente absurdas. Cualquiera sea el carácter que presenten lo más interesante es que son el comienzo de una gran actividad intelectual por parte del sujeto, que lo agotan y le hacen cavilar como si de sus asuntos más importantes se tratase.

ADC. Los laberintos de la neurosis obsesiva.

Si usted tiene alguno de estos síntomas y quiere pedir cita; puede hacerlo en: alejandramenassa@telefonica.net o 653903233, 915470163

viernes, 18 de junio de 2010

LA CULPA EN LA NEUROSIS OBSESIVA

Cuadro: El cristo de Dalí.

Freud nos llama la atención acerca de que la neurosis obsesiva puede ser confundida con la melancolía, en tanto, en la neurosis obsesiva se presenta el predominio de la culpabilidad y de los reproches, permaneciendo inconsciente el componente de satisfacción pulsional.

También puede ser confundido con un perverso sádico por la relación sádica que establece con el Otro, pero en realidad se defiende encerrándose en una armadura de hierro, para impedirse acceder a lo que Freud llama un horror que él mismo desconoce, un goce, una satisfacción libidinal, que él mismo desconoce.

Mientras que la culpabilidad del melancólico se refiere al otro con el cual se identifica, al cual juzga, condena y ejecuta, consumando su propio asesinato en el suicidio; la culpabilidad en el obsesivo se refiere a un goce consumado fantasmáticamente del cual se castiga sin llegar a la acción.

El melancólico se regodea cuando se acusa de ser culpable, quiere que todos lo sepan, lo dice ante otros, que se le reconozca como tal, ese es todo su afán, mientras que el obsesivo se siente culpable de algo que desconoce, de algo que no ha cometido, por eso llega a dudar acerca de si no será él el culpable del crimen cuya noticia lee en la prensa, incluso se acusa de la muerte de todos los muertos del cementerio más próximo a su casa.

Freud nos señala que el melancólico habla de un otro con el cual el sujeto ha tenido una fuerte relación, mientras que el obsesivo habla de una culpa que hay que despejar de su contenido y reconocer como cierta pues se trata de algo que ha cometido en su fantasía.


ADC. Los laberintos de la neurosis obsesiva.

miércoles, 16 de junio de 2010

¿SABÍAS QUÉ EN LA NEUROSIS OBSESIVA (O TOC)...? 3.

Cuadro: Mujer saliendo del psicoanálisis. Remedios Varo.

Para Freud un delirio no marca la diferencia entre neurosis y psicosis. La neurosis obsesiva o TOC, antes todavía era considerada como delirio parcial, como una de las formas de delirios parciales. Kraepelin a diferencia de Freud la llama "locura obsesiva", mientras que Freud la denomina neurosis obsesiva. Podemos decir que es Freud quien la rescata de la locura, de su lugar entre las psicosis. Era frecuente confundir a los obsesivos con los piscóticos, y un gran número de los enfermos que habitaban los manicomios, eran neuróticos obsesivos.

lunes, 14 de junio de 2010

¿SABÍAS QUÉ EN LA NEUROSIS OBSESIVA (O TOC)...? 2


Cuadro: Despedida. Remedios Varo.

EL TOC. LA ENFERMEDAD DE LA DUDA

Antes de Freud la categoría de obsesión como entidad clínica fue introducida en la nosología como "locura de duda" y "delirio de tacto". La psiquiatría destacaba las ideas y los actos compulsivos, la duda y el estado de irresolución. Algunos autores describen a estos enfermos viviendo bajo un estado de duda perpetuo y que no logran detener el trabajo incesante de su pensamiento que no llega nunca a un resultado definitivo. Durante mucho tiempo se la conoció como la enfermedad de la duda. (Del libro, los laberintos de la neurosis obsesiva, de Amelia Diez Cuesta)

¿SABÍAS QUÉ EN LA NEUROSIS OBSESIVA (O TOC)...?



Cuadro: El terapeuta. Magritte


En la neurosis obsesiva, se da un mecanismo que es el de intentar deshacer lo sucedido, es decir, procurar mediante un acto obsesivo, que no haya sucedido aquello que ha sucedido. Son muy frecuentes los actos en dos tiempos: por ejemplo, es sujeto pone una piedra en el camino para que tropiece su amada, pero inmediatamnete, en un segundo acto, la retira, arrepentido de haber querido causarle un mal. Estos actos en dos tiempos tienen mucho que ver con la ambivalencia afectiva típica de los neuróticos: es decir, a la vez aman y odian a las personas más cercanas.